¿Por qué agradecer a los antibióticos?

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El descubrimiento de los antibióticos en la primera mitad del siglo pasado ha sido uno de los logros médicos más significativos del siglo XX que ha cambiado la historia de la medicina. (1) Anteriormente, las infecciones cotidianas que ahora tratamos con antibióticos eran la principal causa de muerte en el mundo desarrollado.

El descubrimiento casual de la penicilina por Alexander Fleming en 1928 y su posterior producción en masa permitió tratar las infecciones de manera eficaz y condujo a un aumento en la esperanza de vida con el paso del tiempo. (2,3) Las tasas de mortalidad por infecciones peligrosas como la gangrena en los soldados, la sepsis puerperal y la neumonía estreptocócica se redujeron drásticamente gracias al uso de antimicrobianos, pero este no fue el único resultado innovador que siguió al inicio de la era de los antibióticos. (2,3)

De hecho, hubo varios avances en medicina y cirugía que posteriormente se han beneficiado del desarrollo de antimicrobianos; el trasplante de órganos, la quimioterapia y la cirugía compleja ahora son posibles gracias a la disponibilidad de antibióticos utilizados tanto en la profilaxis como directamente para tratar infecciones. Todos estos procedimientos implican reducciones significativas en la capacidad de nuestro sistema inmunitario para prevenir y combatir infecciones, lo que permite que las bacterias aprovechen las vulnerabilidades agudas o crónicas de nuestras defensas causadas por otras intervenciones médicas que se vuelven necesarias. (4-6)

Por ello, la medicina moderna prevé la aparición de infecciones, que son toleradas siempre que existan antibióticos capaces de tratarlas de forma eficaz, con el fin de reducir drásticamente el efecto desfavorable en el pronóstico de los pacientes o eliminarlo por completo. Sin embargo, el abuso y mal uso de los antibióticos ha llevado a la resistencia antimicrobiana, que ocurre cuando los organismos que causan la infección desarrollan formas para sobrevivir a los tratamientos. (2-5) La resistencia antimicrobiana (AMR) causa aproximadamente 700.000 muertes en todo el mundo cada año y para 2050 este número podría aumentar a 10 millones si no se encuentra una solución; (7) incluso superaría el número estimado de muertes por cáncer.

El AMR representa una amenaza enorme para los avances en la medicina moderna. Las infecciones y lesiones menores podrían tener consecuencias con riesgos para la vida, los procedimientos médicos de rutina podrían volverse demasiado riesgosos y podría resultar imposible tratar infecciones graves como la neumonía. Por ejemplo, los pacientes con cáncer son las víctimas más obvias de la crisis del AMR. De hecho, algunos tipos de cáncer, como el mieloma múltiple y la leucemia aguda, no se pueden tratar sin antibióticos [4-6]. En particular, se ha estimado que más de un cuarto de las infecciones que acontecen después de la quimioterapia pueden ser causadas por organismos que ya son resistentes a los antibióticos. (8)

Afortunadamente, algunos nuevos agentes que se han vuelto disponibles en los últimos años han mejorado nuestra capacidad para tratar eficazmente varias bacterias multirresistentes, mientras que muchos otros agentes se encuentran actualmente en desarrollo clínico. (9-11) Esta es sin duda una razón importante para esperar y ser optimistas al contrarrestar al AMR tanto en el presente como en el futuro, aunque no debe olvidarse que cualquier posible planteamiento eficaz para combatir el AMR a través del desarrollo de nuevos agentes no puede separarse de acciones concertadas para optimizar su aplicación a través de intervenciones apropiadas de administración de antibióticos (es decir, un conjunto coherente de intervenciones de stewardship antibiótica a través de identificación, dosis y duración optímales (12,13)) y garantizar medidas adecuadas de control de infecciones para prevenir la propagación de organismos multirresistentes. No debemos bajar la guardia.

Escrito por Daniele Roberto Giacobbe, Profesor Ayudante de Enfermedades Infecciosas (Universidad de Génova)

MC-ID-17-2022

Sources
  1. Brown ED, Wright GD. Antibacterial drug discovery in the resistance era. Nature 2016; 529:336-43.
  2. Davies J, Davies D. Origins and evolution of antibiotic resistance. Microbiol Mol Biol Rev 2010; 74:417–33.
  3. Abraham EP, Chain E. An enzyme from bacteria able to destroy penicillin. Rev Infect Dis 1940; 10:677–8.
  4. Fauci AS, Marston ID. The perpetual challenge of antimicrobial resistance. JAMA 2014; 311:1853–4.
  5. Marston HD, Dixon DM, Knisely JM, et al. Antimicrobial resistance. JAMA 2016; 316:1193–204.
  6. Viscoli C, Varnier O, Machetti M. Infections in patients with febrile neutropenia: epidemiology, microbiology, and risk stratification. Clin Infect Dis 2005; 40:S240-5.
  7. Review on Antimicrobial Resistance. Antimicrobial Resistance: Tackling a Crisis for the Health and Wealth of Nations. Las accessed 29 December 2021. https://amr-review.org/sites/default/files/AMR%20Review%20Paper%20-%20Tackling%20a%20crisis%20for%20the%20health%20and%20wealth%20of%20nations_1.pdf
  8. Teillant A, Gandra S, Barter D, et al. Potential burden of antibiotic resistance on surgery and cancer chemotherapy antibiotic prophylaxis in the USA: a systematic review and modelling study. Lancet Infect Dis 2015; 15:1429-37.
  9. Bassetti M, Poulakou G, Ruppe E, et al. Antimicrobial resistance in the next 30 years, humankind, bugs and drugs: a visionary approach. Intensive Care Med 2017; 43:1464–1475.
  10. Theuretzbacher U, Outterson K, Engel A, et al. The global preclinical antibacterial pipeline. Nat Rev Microbiol. 2020; 18:275–285.
  11. Bassetti M, Giacobbe DR. A look at the clinical, economic, and societal impact of antimicrobial resistance in 2020. Expert Opin Pharmacother 2020; 21:2067-2071. 
  12. Dyar OJ, Schouten J, Huttner B, Pulcini C. What is antimicrobial stewardship?
  13. Clin Microbiol Infect 2017; 23:793e8.
  14. Barlam TF, Cosgrove SE, Abbo LM, et al. Implementing an antibiotic stewardship program: guidelines by the infectious diseases society of America and the society for healthcare epidemiology of America. Clin Infect Dis 2016; 62:e51e77.